Los avatares de las águilas Bonelli liberadas en Montaña Alavesa, en la zona de Antoñana, son seguidos detalladamente por Paz Azkona (asesora externa del Proyecto DFA/AQUILA a-LIFE) y narrados al detalle en el boletín que edita la junta administrativa. Uno de los resultados más llamativos de este programa fue el nacimiento del primer pollo de Montaña Alavesa, Zélie, gracias a sus padres, Soraia y Leo. Hace ahora un año que Zélie abandonó el nido de Kanpezu, en el que durante 64 días había disfrutado del cuidado de sus padres. Sus primeros vuelos fueron titubeantes, inseguros; sus primeros aterrizajes sobre las ramas de las encinas, imprecisos; y sus primeras cebas fuera de la seguridad del nido, inciertas. Zélie permaneció con sus padres tres meses y cada uno de esos días fue un valioso aprendizaje que la preparó para enfrentarse al mundo lleno de incertidumbres y peligros que la esperaba.

La aventura de Zélie empezó a finales de agosto cuando el águila mendizale realizó sus primeros viajes exploratorios, enclaves de la Montaña Alavesa y Tierra Estella, alejados del territorio y de la protección de Soraia y Leo.

Estos primeros movimientos fueron su iniciación en el periplo de la dispersión juvenil que la llevó, primero, a sedimentarse temporalmente en el Valle del Ebro y después a pasar su primer invierno lejos de casa en el valle del río Jalón. Explica la asesora que el proceso de dispersión juvenil en las Bonelli no es ni mucho menos lineal y Zélie exploró durante 2021 las estepas de Belchite y las cuencas de los ríos Huerva y Jalón, incluyendo el campo de Cariñena, llegando hasta las Hoces del río Martín en Teruel. Ya en 2022, estando asentada provisionalmente en Valdejalón, ha seguido realizando movimientos exploratorios hasta el Pirineo Navarro, Cinco Villas y diversas zonas de la Ibérica zaragozana, incluyendo el Moncayo, la sierra de Almonacid, el embalse de Las Torcas o la foz de Mezalocha.

Sin embargo, Zélie no se ha olvidado de sus orígenes alaveses, y siguiendo su instinto y haciendo gala de un conocimiento del terreno digno de admiración, ha realizado repetidas visitas a su territorio natal.

El primer retorno lo realizó en la primera quincena de febrero, volvió a repetirlo a finales de marzo y, de nuevo, en mayo. Han sido viajes por ahora muy cortos, solo de visita, puesto que su territorio natal sigue regentado por los adultos, que lo necesitan para seguir criando y aunque condescendientes con los juveniles y, sobre todo con sus propios pollos, no pueden permitirse compartir el territorio ni el alimento que les da el sustento. Concluye Paz Azkona que Zélie es aún muy joven para establecerse en un territorio e intentar reproducirse. Todo llegará. Por el momento hay que ser pacientes y contentarse con saber que sigue bien, que no olvida sus raíces y que de vez visita la Montaña Alavesa pensando si quizás dentro de uno o dos años pueda formar aquí su propio hogar.